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1ª Edición / Rústica / Castellano / Libro
En momentos en que la educación corre el riesgo de convertirse en un fenómeno de merca-do regido por el criterio de la competitividad o en una mera rutina, urge indagar en qué sen-tido el concepto mismo de educación tiene una dimensión ético-política y de qué manera esa dimensión incide en las prácticas educativas y en el quehacer de los docentes. A esa tarea se aboca este libro, examinando desde una perspectiva filosófica ?que no exclu-ye el diálogo con otras disciplinas, como la historia, las ciencias del lenguaje, el psicoanáli-sis? aquellos aspectos que atañen al fundamento de la educación: la cuestión de la justicia en las políticas públicas, la intrínseca relación de la educación con los derechos humanos, la importancia de las categorías de ciudadanía y de sujeto moral como responsabilidades educa-tivas. En la medida en que la educación es una práctica histórica, social, formadora de sujetos, de-be ser analizada a fondo en su doble aspecto de institución y mediación: es decir, tanto en lo que respecta al rol de la escuela y a la crisis que atraviesa en el marco incierto de la globali-zación, como en lo que concierne a su productividad como experiencia intersubjetiva fun-dante. Así, pensar la escuela desde un abordaje ético-político supone construir instituciones públicas sólidas, no represoras, sustentadas por genuinas prácticas sociales y subjetivantes, y supone además concebir esa construcción no sólo como esperanza de un futuro más promiso-rio sino también como una responsabilidad impostergable.