La justicia por su nombre

Las dos presidencias de Carlos Menem durante e período constitucional más largo de la historia argentina arrastraron al Poder Judicial a un desprestigio extendido y profundo. Una Corte Suprema que tomó en sus manos el estallido de la Embajada de Israel en 1992, y que siete años más tarde no había logrado presentar ninguna conclusión, fue el símbolo de la década en que el prestigio de la justicia argentina descendió en la consideración pública como jamás había ocurrido antes. Pero la enfermedad del mayor tribunal de justicia se propagó a otras instancias, invadió los niveles intermedios y contaminó los inferiores en un proceso cuya trabajosa reparación ocupará los comienzos del año 2000.