Diccionario de americanismos

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En el último cuarto del siglo XIX, al tiempo que se constituían las ocho primeras Academias americanas de la lengua ?Colombia, Ecuador, México, El Salvador, Venezuela, Chile, Perú y Guatemala?, se propuso la Real Academia Española construir, con la ayuda de sus nuevas Correspondientes, un diccionario de americanismos. La constatación de la deficiencia de fuentes informativas y la limitada posibilidad de comunicación dejaron el ambicioso proyecto en el limbo de las buenas intenciones. No resultó, sin embargo, vano. A lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX las jóvenes Academias fueron remitiendo fichas del léxico propio de sus respectivos países. Gracias a ello, al tiempo que en los años veinte nacía un segundo grupo de Academias ?Costa Rica, Filipinas, Panamá, Cuba, Paraguay, Santo Domingo, Bolivia, Nicaragua y Argentina (1931)?, la edición del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) de 1925 pudo incrementar de tal modo la presencia de americanismos que llegó a merecer el título de «americana». Se completaría la nómina de corporaciones académicas con el nacimiento en los años cuarenta de las de Uruguay y Honduras, y más tarde con las de Puerto Rico y Estados Unidos. En el XII Congreso (San Juan de Puerto Rico, 2002) se acordó otorgar un nuevo estatuto al Diccionario de americanismos, sentando así las bases de su realización final. Significó el establecimiento de un método de trabajo similar al que rige las nuevas obras panhispánicas, con una comisión interacadémica, una comisión asesora y un equipo lexicográfico y técnico, que, dirigido por el Secretario general de la Asociación, se encargaría de preparar la base documental del Diccionario. Por su parte, la Real Academia Española ha hecho posible que el Diccionario de americanismos sea una realidad, procurando mecenazgos cuyas aportaciones económicas ha completado ella de manera generosa, y prestando recursos humanos así como la infraestructura material y técnica necesaria. Especial mención merecen las aportaciones de su Departamento de Tecnología, que ha preparado numerosas aplicaciones y programas informáticos para la redacción y gestión del Diccionario, entre los que destaca especialmente el ARU, tesoro electrónico de diccionarios de americanismos ?150 recoge?, que constituye en sí mismo una fuente de inestimable riqueza. Tras el dictamen de la comisión interacadémica en su reunión de El Puerto de Santa María (2007), el texto básico del Diccionario de americanismos fue aprobado por el pleno de la Asociación de Academias en las sesiones celebradas en Sevilla en marzo de 2009. El trabajo de construcción de este Diccionario ha impulsado a la vez la preparación de diccionarios nacionales de cada uno de los países, y, pionero en muchos aspectos, se presenta así como fruto granado de la política lingüística panhispánica. Todo ello es obra de las veintidós Academias asociadas en su trabajo al servicio de la unidad del español sin menoscabo de su rica y fecunda variedad.

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